Otro año más sin que al acercarse las cuatro de la tarde empiece a bullir la Puerta del Arenal, llenos los veladores y la barra del Bar Ventura con los apresurados café y copita antes de los toros.
Otro año más sin que por Paseo Colón, despacito, vengan los aficionados que viven en Los Remedios, con su bolsa del Cortinglés en la mano, donde traen las almohadillas.
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